Los movimientos lentos, los adagios, son las grandes creaciones de Beethoven en este campo; son autosuficientes como obras de arte y deberían interpretarse por separado en los conciertos para no aburrirme por lo menos a mí; sueño con un programa de movimientos sueltos de cualquier obra y compositor, por eso prefiero mi habitación vacía de gente; incluyo aquí al mismo músico que tanto estorba a las emociones del arte. No necesito al arquitecto en el recogimiento de una iglesia y el pintor estorba tanto al cuadro como el egocentrismo a la belleza. Precisamente porque ése sentimiento es su nacimiento más voraz.
Glenn Gould convierte las primeras sonatas de Beethoven en obras maestras; hace que las melodías aparentemente pueriles cobren grandeza moral y posee una templanza tan maravillosa del ritmo que transciende el romanticismo de la obra. Las mayores creaciones de un artista serán de todo menos románticas.
Hilera veraz la que revoca en el minuto 1.11 donde Beethoven clama lo que ha estado sufriendo su genio sensible y su cabeza ordenadora y creadora entre tanta belleza. La respuesta brabucona del compositor es repelida sobre su pecho por la tozuda realidad. Se retomará su pulso contra la Naturaleza en la vorágine del 8.12 que lo agota de muerte.
"Cada cual sentirá en este Largo el estado de un alma presa de la melancolía, con sus diferentes matices de luz y de sombra". Qué fácil su literatura y cuán complicado su arte.
Los grandes pianistas con Beethoven como Emil Gilels, Claudio Arrau o Sviatoslav Richter quedarán aqui maravillados. Cuidado porque también Glenn Gould se presenta como el mejor intérprete al piano de las obras de Beethoven.
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