viernes, 26 de agosto de 2011
Beethoven. Sonata para piano número 1 op 2.1 Segundo movimiento. Adagio. Glenn Gould
Otra vez esos adagios en Beethoven. Para el músico lleno de presentimiento, lento significa poco más que marchar con cuidado. La mirada del pianista se desliza por los perfiles de la estancia como virgen resonancia de la madera viva. En vano buscaremos fuera la raiz del latido que nos sacude adentro.
En las primeras sonatas de Beethoven ya figuran los aires heroicos que sonaran un poco extraños en la música del último Mozart, pues éste es capaz de introducir en la sinfonía número 40 todas las veleidades de su tercer movimiento con un semblante que no le es propio, pero que tampoco parece incomodarle. Es tal la facilidad que encuentra este músico para enmascarar su rostro, que cualquier expresión parece ajustársele bien. Beethoven, por el contrario, no encontrará más remedio que lidiar con la suya hasta el final.
De los arrestos heróicos podrá valerse Beethoven cuando aprenda a contrarrestar la violencia de su propia naturaleza.
En este espíritu de montaña, las voces de la más fina incertidumbre perseveran entre los intempestivos e ilusos movimientos heróicos de supervivencia, ineludibles a su propio oido pero sin embargo artísticamente injustificados en el nacimiento de la mejor música.
El primer movimiento de esta sonata primera, a pesar de su belleza y originalidad, nos muestra el escorzo épico innecesario que se abastece de los esquemas propios de una época; bien estilizado a los empeños románticos de conflicto y amor pero de contenido dudoso a los disimulos auténticos del hombre.
Nunca es fin en sí misma esa heroicidad de salón y por esa razón no puede interesarnos demasiado. Nace de cara al entrevigado del corral de comedias. Por eso Gould recrea tan de maravilla la farsa de la justa medieval; porque no puede ser bello un sentimiento que no es noble a no ser que se muestre precario, en su tragicómica condición. La mejor manera de representarnos esta precaria heroicidad es empleando la indiferencia atenta, el esbozo rápido y contrastado, la hazaña infausta de pasión demente. Y aunque el timbre del piano de Gould no sea el exigido a tales menesteres, su ajetreo galopante es de largo el más frondoso y valiente de la campiña.
El autético sentimiento heróico busca el cobijo en prado sombrío, afluente y silencioso a la realidad perenne, nunca ensimismado sobre la fuerza que ostenta y que ha de morir, íntegro al padecimiento y flacura del dia. Es, como en este movimiento segundo, de una felicidad angustiosa que se resuelve a lo real, involucrada en la corriente suave del destino.
La tensión se gesta en las meditaciones nobles que resguarda el joven Beethoven. Gould las desentierra removiendo los eternos dolores del alemán.
El adagio en las sonatas de Beethoven es el silencio ácimo que sigue a la contienda. Aquí se pesan sin prisas los valores imperecederos de las cosas.
Compuesta esta primera sonata para clavecin o pianoforte nunca hubiera despertado su bellísimo significado bajo esos instrumentos. Tampoco bajo la mano de ningún otro dios.
"Los opus 2 de Beethoven tienen un gran talento dramático, pero también tienen un concepto de movimiento de las voces increíblemente puro, estilo cuarteto, que nunca encontrarás en las sonatas posteriores, salvo quizás en momentos aislados como el primer movimiento del opus 101 o el segundo del 109." Glenn Gould.
Que el compositor pueda no atender en sus propias obras los brillos que sólo son capaces de reflejar algunos intérpretes, es signo del rocío abundante vertido a la mañana.
Beethoven llegaría más tarde a mostrar predilección por esta obra que atrevida se nutrió de blancura en los estados hondos del hombre. Las sonatas para piano de Beethoven, junto a esa última bagatela y algunas variaciones excelentes, constituyen un recorrido no del todo lógico ni evolucionado hacia el agotamiento de los intentos expresivos del autor en su instrumento predilecto. A pesar del reconocimiento claro que poseen las últimas sonatas, pocas atraviesan el contenido expresivo parco y humano que vierte Beethoven en este movimiento.
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